ALEJO CARRERA MUÑOZ, ÚLTIMO SEÑOR DE SOBROSO

Nacido el 17 de febrero de 1893 en Vilasobroso, por aquellas aún llamada San Martín de Portela, a 3 km de Mondariz-Balneario. Su padre Manuel E. Carrera era natural de Ponteareas y su madre, Rosa Muñoz Vázquez de Vilasobroso.

Pasó su infancia muy vinculado a las ruinas del Castillo de Sobroso. Su padre, que hacía las veces de educador, le sometía a una fuerte disciplina física y moral. Por las mañanas ascendían hasta el castillo y aún más arriba por el monte Landín, donde al lado de una fuente desayunaban y Alejo recibía lecciones de su padre.

En ocasiones también pasaban tiempo entre las piedras del Sobroso y ahí escuchaba en boca de su padre las leyendas e historias del castillo y su importancia en la Edad Media para Galicia.

Por insistencia propia comenzó a trabajar a la tierna edad de 11 años en un aserradero mecánico, con una jornada de 11 o 12 horas por tan solo una peseta diaria. Este trabajo, recomendado por su padre, tenía la intención de disuadir al muchacho de abandonar sus estudios, pero no surtió efecto. El joven se mantuvo por más de un año trabajando y cuando tuvo 12 consiguió un trabajo como auxiliar de bibliotecario en el Gran Hotel de Peinador, en el balneario de Mondariz. Repitió como bibliotecario en los veranos de 1906 y 1907 aprovechando para leer profusamente.

Con el pretexto de tener un pariente que residía en Lisboa, pudo conseguir el permiso de su padre para mudarse a la capital lusa el 16 de octubre de 1907, con tan solo 14 años de edad.

Ahí desempeñaría labores de gestoría (redactar cartas, documentos privados…) para los habitantes de la colonia gallega de Lisboa y comenzó su labor periodística colaborando con el jornal “El Tea”, publicado en Ponteareas, desde los 15 años. En este periódico publicó en 1911 una crónica dedicada al Castillo de Sobroso con motivo de la visita de varios periodistas ingleses mostrando que tenía amplio interés por la restauración del castillo ya con 18 años de edad.

El 20 de marzo de 1910 regresa a Galicia por barco y permanece con su padre que ya tenía por aquellas casi 80 años. Durante esta estancia, el fundador del balneario Don Enrique Peinador Vela invitó a Alejo a pasar una temporada en el Gran Hotel al frente de la biblioteca, oferta que este aceptó de buen gusto.

En septiembre del mismo año viaja a Madrid, deseoso de conocer la capital, aceptando allí el cargo de secretario del Barón del Sacro Lirio. Volvió a Vilasobroso en 1911 para pasar allí una temporada y volvió después a Lisboa donde se establece definitivamente.

Durante el siguiente cuarto de siglo desarrolla allí la labor más intensa de su vida como corresponsal de periódicos y agencias telegráficas. En el desarrollo de esta profesión obtiene simpatías en centros oficiales, embajadas y en las tertulias donde se reúnen artistas, periodistas y escritores. Se le invita a actos y viajes de todo tipo y, en general, obtiene un reconocimiento creciente.

Casa con Adelaida Amaral Ferreira el 31 de Julio de 1919, unión de la cual nació su única hija, Zita Teresa Carrera Ferreira el 17 de junio de 1920.

El 26 de mayo de 1916, a los 23 años, fue nombrado socio adjunto de la Real Academia Gallega de la Lengua, siendo presidente de la misma Don Manuel Murguía y Secretario Don Eugenio Carrel.

Funda al tiempo la división portuguesa de la Agencia Telegráfica Radio y organiza simultáneamente una entidad comercial distribuidora de periódicos, revistas y libros de gran éxito.

Fue corresponsal de periódicos como “El Mundo”, “El Imparcial”, “El Pueblo Gallego”, “El Sol” o “El faro de Vigo” y fundó el periódico “El Sobroso” (periódico de la República), que se publicó durante tres años consecutivos, de 1931 a 1933. Su labor periodística fue muy fructífera y le granjeó no pocos méritos.

También desarrolló una más que interesante carrera política siendo el primer alcalde pedáneo de la entidad local menor de Vilasobroso en 1924, que cambió su nombre de San Martiño de Portela a su instancia. Ingresó en el Partido Republicano Radical y se convirtió en el primer alcalde republicano de Mondariz en 1931, aunque fue destituido en mayo de ese mismo año.

Compró el Castillo de Sobroso en 1923 y comenzó la ingente labor de restauración del mismo con maestros canteros de la comarca, la que sería la obra de su vida.

El propósito firme de adquirirlo surgió por el año 1920 cuando contaba con 27 años de edad, momento en que inició negociaciones con el Conde de Torrecedeira, por entonces su propietario. Las mismas duraron más de dos años hasta que al final el Conde concedió venderlo por 5.000 pesetas el día 28 de agosto de 1923.

Un incipiente periodista había podido comprar todo un castillo con sus asignaciones personales como corresponsal.

Desde este momento el Sobroso fue la obsesión personal de Alejo, en la cual invirtió enormes sumas de dinero. Amplió la finca que rodea el castillo con más de 250 parcelas de territorio colindante con una extensión total de unos 300.000 metros cuadrados y la repobló con más de 200.000 especies forestales diferentes. También construyó una carretera de kilómetro y medio y un puente para permitir el acceso al castillo en automóvil.